Cerca del 20% de los conductores consume drogas antes de ponerse al volante. Este hecho temerario, hace que, las probabilidades de sufrir un accidente se multipliquen entre 2 y 7 veces respecto a los que no lo hacen. Por eso, cada vez se intensifican más los controles de drogas en carretera. Pero ¿Cómo son? ¿Cómo se hacen?
Los agentes, siguiendo un cuestionario previamente establecido, realizan una observación de los signos externos que presenta el conductor: nerviosismo, sudoración, euforia, habla dificultosa, temblores…
Generalmente, antes de hacer una prueba de drogas, primero se realiza una prueba de alcoholemia. A continuación, se toma una muestra de saliva con unos dispositivos especiales. A esta toma se le llama “indiciaria” y su objetivo es detectar la presencia o no de sustancias ilegales. Por la mera presencia de drogas, el conductor que de positivo se atiene a una multa de 1.000 euros y pierde 6 puntos del carnet.
Si el test da positivo en algún tipo de sustancia, se toma una segunda muestra de saliva. En este caso (al igual que ocurre en la prueba de alcoholemia), el conductor no podrá volver a ponerse al volante de su coche. Si lo desea, puede esperar y someterse a otra prueba pasado un tiempo. La segunda muestra se envía al laboratorio toxicológico, con cadena de custodia, para garantizar que durante el transporte no sufre ninguna manipulación. Allí, se realiza la prueba ‘evidencial’, es decir, se confirman la sustancia o sustancias ingeridas y su cantidad.
Si el conductor lo desea, puede solicitar que se le haga un análisis de sangre como prueba de contraste. Este se realizará por personal sanitario en un centro hospitalario o de salud. Si el resultado es positivo, es el solicitante el que deberá pagar los gastos. Los resultados del laboratorio toxicológico se unen al informe del agente de la Guardia Civil, y se inicia el correspondiente expediente, bien en vía administrativa, bien en vía judicial.
Cerca del 20% de los conductores consume drogas antes de ponerse al volante. Este hecho temerario, hace que, las probabilidades de sufrir un accidente se multipliquen entre 2 y 7 veces respecto a los que no lo hacen. Por eso, cada vez se intensifican más los controles de drogas en carretera. Pero ¿Cómo son? ¿Cómo se hacen?
Los agentes, siguiendo un cuestionario previamente establecido, realizan una observación de los signos externos que presenta el conductor: nerviosismo, sudoración, euforia, habla dificultosa, temblores…
Generalmente, antes de hacer una prueba de drogas, primero se realiza una prueba de alcoholemia. A continuación, se toma una muestra de saliva con unos dispositivos especiales. A esta toma se le llama “indiciaria” y su objetivo es detectar la presencia o no de sustancias ilegales. Por la mera presencia de drogas, el conductor que de positivo se atiene a una multa de 1.000 euros y pierde 6 puntos del carnet.
Si el test da positivo en algún tipo de sustancia, se toma una segunda muestra de saliva. En este caso (al igual que ocurre en la prueba de alcoholemia), el conductor no podrá volver a ponerse al volante de su coche. Si lo desea, puede esperar y someterse a otra prueba pasado un tiempo. La segunda muestra se envía al laboratorio toxicológico, con cadena de custodia, para garantizar que durante el transporte no sufre ninguna manipulación. Allí, se realiza la prueba ‘evidencial’, es decir, se confirman la sustancia o sustancias ingeridas y su cantidad.
Si el conductor lo desea, puede solicitar que se le haga un análisis de sangre como prueba de contraste. Este se realizará por personal sanitario en un centro hospitalario o de salud. Si el resultado es positivo, es el solicitante el que deberá pagar los gastos. Los resultados del laboratorio toxicológico se unen al informe del agente de la Guardia Civil, y se inicia el correspondiente expediente, bien en vía administrativa, bien en vía judicial.